Comentario
La variedad de formas y técnicas decorativas van unidas a un rico repertorio iconográfico, adecuado no sólo a la forma sino también al uso posterior de la pieza. Hemos visto cómo se inició con la porcelana Yuan la asociación simbólica de diversas flores con las estaciones del año, las virtudes de los letrados, o las cualidades de hombres y mujeres. Todos ellos se asocian a su milenaria tradición, iniciada con los bronces Shang y Zhou, de dotar a los motivos decorativos procedentes del mundo animal y vegetal de uno o varios significados. Sobre ningún material (bronce, porcelana, laca...) los artesanos-decoradores eligen sus temas al azar; todo tiene un simbolismo y por ello ha de ser utilizado correctamente.
Cada forma requiere un tipo determinado de decoración, que armonice con ella y no se superponga en su contemplación. Se distribuye con un esquema radial o concéntrico, se compartimenta en cartelas rectangulares, cuadradas, lobulares, expandiéndose o limitándose según lo demande la forma. Su distinta distribución nunca dificultó la lectura de los símbolos, diferenciándose limpiamente unos de otros, por mucho que se mezclaran diferentes temas.
A la vivacidad en el nuevo uso de barnices y esmaltes se unió la maestría en la aplicación de los motivos, dotándoles de gran fuerza plástica y expresiva. No son estáticos, ya que las ramas del ciruelo parecen ser mecidas por el viento, los dragones surgen de las aguas o los personajes han sido captados como una fotografía en movimiento. Sólo aquellos que no proceden del mundo natural (ocho tesoros, cenefas geométricas...) permanecen sin movimiento, sin vida.
Si los agrupamos por categorías, observamos que muchos de ellos se utilizan sólo como motivo principal (animales mitológicos, paisajes, flores y pájaros, personajes, emblemas o símbolos...), mientras que se establece una segunda categoría para aquellos que sirven de marco y que se sitúan en los bordes de los platos o labios de las jarras. Estos son las cenefas en sus múltiples variedades, donde se combinan elementos geométricos y naturalistas, que caracterizan a la porcelana de cada reinado. Junto a este tipo de motivos decorativos, hay que añadir los signos caligráficos, asociados siempre a los buenos augurios: longevidad, bondad, abundancia... o a dedicatorias de las piezas.
Además, durante la dinastía Ming, junto a los caracteres chinos, fueron muy populares las inscripciones en árabe o persa, y en menor medida en tibetano y sánscrito.
Ligados a las inscripciones y aunque su principal función no fuera la decorativa, aparecen por primera vez durante esta dinastía las marcas. Se comienzan a usar durante el reinado del emperador Yongle, extendiéndose su uso en las piezas de Xuande. Las marcas tienen como función identificar el reinado en el que fueron hechas. Se componen de cuatro o seis caracteres, cuya traducción es: "hecho en el reinado de... de la gran dinastía Ming". Dependiendo de su colocación en la pieza, se disponen horizontal, verticalmente o en columnas. En general, si se sitúa en el exterior de la pieza, en los hombros, se disponen horizontalmente; en las vertederas verticalmente, y en la base en columnas enmarcadas por un doble círculo o cuadrado. Se pintan en azul bajo cubierta y, en muy pocas ocasiones, en rojo o incisas bajo la cubierta.
Junto a estas marcas de reinado existieron diferentes tipos: las cíclicas, corresponden a una división en períodos de sesenta años; las marcas de taller, hacen alusión a nombres poéticos tales como Taller del Gran Arbol o Sala de los Bambúes ondulantes; las marcas simbólicas pueden ser el loto, la liebre, la seta sagrada, mientras que las marcas de buenos augurios, felicitan, desean larga vida, doble felicidad o prosperidad eterna. Junto a estos tipos, también existieron marcas de apreciación, en las que se lee "antiguo, artístico, verdadero jade".
La existencia o ausencia de las marcas nunca debe inducir al estudioso o aficionado a pensar que la pieza que observa pertenece realmente al período que indica la marca. El deseo de elevar una pieza de categoría, ya fuera por vanidad o por fraude, hizo que se usaran marcas de reinados reconocidos por la buena calidad de la producción de ese momento. El estilo caligráfico en el que fueron escritas es, sin duda, una ayuda para reconocer la autenticidad de la marca; es frecuente que las marcas con cuatro caracteres estuvieran escritas en estilo zhuanshu -caligrafía de tipo artístico-, mientras que aquellas de seis caracteres utilizaron fundamentalmente el estilo caishu, el más común.
Hay que destacar que estas marcas nunca tuvieron ninguna indicación acerca del alfarero que las creó, salvo en las piezas monocromas blancas de Fujien, donde sí es frecuente encontrar nombres de alfareros, así como indicaciones precisas como el lugar y la hora de una ofrenda.
A la hora de identificar una pieza hay que basarse en criterios tales como la calidad de la pasta, el color de los barnices y esmaltes, su aplicación, los temas decorativos, las formas..., siendo la marca el último elemento para atribuir cronológicamente las obras a uno u otro período.